jueves, 16 de julio de 2015

Expresiones de inestabilidad política del Partido Acción Ciudadana




En el periodo 2010-2014 cambió la conformación de la coalición dominante del Partido Acción Ciudadana (PAC), evidenciando anomalías en su estabilidad política y presentando expresiones de indisciplina resultado de la ausencia de un liderazgo fuerte. 
Antes de este periodo, el margen de maniobra del líder del partido fue amplio, y por lo tanto se reflejó en el mantenimiento estable del orden organizativo del partido. Así, las decisiones de acción política se concentraban en el liderazgo del partido, y el poder se ejercía libremente y según los juegos de poder horizontal (negociación del control de parcelas o recursos de poder). No obstante, la dispersión de los liderazgos tradicionales en el PAC (Ottón se fue a dar clases a EEUU, y Epsy Campbell y Román Macaya se mantienen distantes) propiciaron que las parcelas de poder quedaran desprotegidas, y el control de los recursos verticales se disgregó; desestabilizando a la coalición dominante. Los recursos de poder están relacionados con el control de las áreas de incertidumbre; para controlar estas áreas, los líderes necesitan distribuir recursos en sus estructuras verticales. Estos recursos están relacionados con el tipo de incentivos selectivos o colectivos que se distribuyan: los selectivos son estatus y materiales; los colectivos son ideológicos y de identificación. Es claro que la distribución de recursos es escasa, y por lo tanto no todos recibirán exactamente los mismos incentivos; esto hace que la lucha interna por alcanzar esos recursos escasos genera conflictos internos, endémicos sin duda de los partidos políticos en general. Cuanto peor sea esa distribución, más fuertes se vuelven las facciones (grupos internos fuertes). Justamente, la ausencia de un centro fuerte genera la desconcentración de la distribución de recursos y fortalece en muchos casos a los individuos frente a la organización.

¿Qué significa esto para el PAC?
No es necesario hacer repaso de las múltiples ocasiones en que se ha “expresado” la lucha de facciones en el PAC (el caso de la diputada Marlene Madrigal en la conformación del Directorio Legislativo del periodo 2015-2016, la dinámica de confrontación en la propia fracción parlamentaria, los casos de desestabilización de figuras cercanas al presidente en el Ejecutivo, entre otros). Cualquier coalición dominante debe tener claro que debe buscar su estabilidad política, sin descuidar la sobrevivencia del partido; es decir, el grupo en el poder debe fortalecer su posición, pero a su vez cuidar que su extensión de poder no acabe con el partido. En ese sentido, la elección de diputados sugerida por Luis Guillermo Solís señala la intención de equilibrar fuerzas entre las facciones, intentando no amenazar la sobrevivencia del partido, en caso de una inminente mudanza organizativa dentro del partido. Es decir, después de usar el mecanismo de convención semi-abierta para elegir el candidato presidencial -con una baja participación-, el ajustado triunfo de Luis Guillermo, con una lucha de facciones fuerte a lo interno, y con un liderazgo débil y amenazado, no generó garantías de éxito al PAC. Así, antes de entrar a un ambiente de hostilidad interna, Luis Guillermo prefirió cooptar a varios de los líderes de las facciones, ofreciendo importantes parcelas de poder, entre ellas las más destacada es el ceder en el control de la fracción legislativa al catapultar a Ottón Solís y a Epsy Campbell -y este ofrecimiento no es poco, significa ceder el elemento de control político más importante para un partido de oposición-. Ahora bien, al ganar las elecciones el PAC, un panorama diferente se estableció; un partido con institucionalización débil (o en proceso de fortalecimiento), está siempre asociado a una preminencia de los parlamentarios o un equilibrio inestable entre dirigentes internos y la fracción parlamentaria. En ciertos casos, esa tendencia es mitigada por la existencia de una estructura fuerte intermedia. Ahora bien, es necesario conocer si la estructura intermedia es débil o fuerte: si es fuerte, los líderes medios son capaces de contrabalancear el poder de la fracción parlamentaria. Si al contrario la estructura intermedia es débil, los parlamentarios no tienen contrapesos institucionales y, por lo tanto, se convierte en dominante. Por lo tanto, si el PAC no quiere llegar a un escenario extremamente complejo, es fundamental la estabilidad del Ejecutivo para mantener un balance que le ofrezca un margen de maniobra dividido pero estable a la coalición dominante. En la conformación de la coalición dominante, es importante identificar si existe dominación o subordinación entre los diferentes sectores de la organización; la estabilidad organizativa es una tarea exclusiva de la coalición dominante, y ésta dependerá de las características de los equilibrios de poder internos y de las relaciones de la organización con sus ambientes externos.
Así, ante un eminente ambiente hostil, parece sacrificarse la estabilidad política, no obstante, parece muy caro el precio que pagan las facciones –y el partido como tal- ante sus propias estrategias ¿Que tiene el PAC entonces? Una frágil coalición dominante dividida, estable (por el momento), en la cual los arreglos y negociaciones pueden ser precarios, así como los compromisos entre las facciones.

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