martes, 24 de mayo de 2016

¡Expresidentes de Costa Rica, uníos!




La hipocresía del discurso democrático en Costa Rica llega a niveles críticos. Hace décadas lo anunciaba Yolanda Oreamuno cuando acusaba a Costa Rica de perpetuar una demoperfectocracia en que retrataba a una nación que se creía exclusiva, en una configuración mundial que al menos reproducía los estamentos mínimos de las democracias procedimentales. 

No obstante el mundo siguió y aquellas conquistas “demoperfectas” que consiguió Costa Rica de la mano de procesos internacionales apoyados por el movimiento de capital, se equilibraron con una sociedad costarricense cíclica y poco confrontativa, creando condiciones de estabilidad. Latinoamérica en cambio demoró un poco más, pero con las particularidades de cada uno, logró posicionar prácticamente los procedimientos democráticos que tiene Costa Rica. 

Pero a Costa Rica le sigue pesando esa idea de representante de la democracia latinoamericana. Claro, de cierto tipo de democracia, en ciertas condiciones, y para ciertos temas. Ejemplo de ello fue la acción realizada por los expresidentes de Costa Rica. Con enorme incoherencia y haciendo gala de la pesadez y altanería los expresidentes de Costa Rica firmaron una petición dirigida a la Asamblea Legislativa y la Casa Presidencial para pedir la aplicación de la Carta Democrática de las Américas (OEA) y recuperar la paz social en Venezuela. Quiero señalar únicamente algunas dudas razonables sobre tales aspectos:

1.   1. Cuando se ha visto que este grupo de expresidentes se reúnan siquiera para analizar la situación interna del país. Solo por exponer un ejemplo, hace más de 3 administraciones se está hablando de la reforma fiscal, y curiosamente siendo que estos individuos estuvieron guiando dichas acciones, el día de hoy no se refieren al tema. No participan, no aportan y no se reúnen a dar un análisis y posición sobre el tema. Hasta la OCDE cuestionó cómo es posible que se pregunten aún si es recomendable tener un registro de accionistas, y los expresidentes callados… Donde está la apuesta vigorosa por orientar a la Asamblea o apoyar al Ejecutivo en una cruzada que impacta a todos…

2.     2. Por qué la conveniencia de este grupo de expresidentes para señalar la situación venezolana, y en Brasil está sucediendo la formalización de un golpe de Estado y ninguno se pronunció. ¿Cuál es la coherencia de este grupo que sanciona moralmente solo algunas acciones y otras las deja pasar? ¿Dónde está la carta de repudio por la situación brasileña que inclusive la propia Organización de Estados Americanos -OEA- denunció por no encontrar ninguna falta en el accionar de la presidenta Dilma Rousseff? ¿Por qué no han juzgado este montaje que inclusive ya trascendió con grabaciones de los implicados?

3.     3. ¿Cuál es la legitimidad y músculo de este grupo de expresidentes a nivel latinoamericano? ¿Cómo se arrojan una responsabilidad de este tipo, cuando en nuestro país son absolutamente ausentes en aportes reales a la solución de problemas? Si los expresidentes no están al tanto, sería bueno que supieran que las últimas encuestas les dan porcentajes bajísimos de apoyo popular, precisamente por no saber leer las demandas reales de esta sociedad. Asimismo sería bueno tener un poco de humildad y entender que la posición privilegiada que le otorgó en algún momento la mayoría de este país, era para llevar a cabo una labor que trascendiera en la vida pública y colectiva de esta nación. No obstante, seguimos -literalmente- pagando errores de su gestión impropia y ajena a las necesidades de gran parte de la población.

El tema de Venezuela no parece ser el interés real de este grupo que se demuestra actúa diligentemente en favor solo de su propio protagonismo, y para casos muy específicos. Este tipo de actitudes solo demuestran un enorme ausencia de principios realmente democráticos que vayan acorde con la diplomacia, exponiendo comportamientos absolutamente contrarios a la búsqueda de posicionamiento real a favor de una causa democrática. Lo que sin duda sí les dio resultado fue generar discordia en una Asamblea Legislativa costarricense que se desvive por generar conflictos y exponer más trabas para tomar decisiones. Y claro, la Nación feliz al día siguiente para poder rellenar el periódico con titulares sosos y cargados de intencionalidad.