En los últimos meses hemos visto
como la fracción parlamentaria -de apenas 13 diputados- del PAC ha mostrado
grandes señales de intransigencia y “desobediencia” de una línea de conducta
congruente a los deseos del Ejecutivo. Sin ahondar mucho, se pueden identificar
las distintas facciones representadas en la fracción parlamentaria, y como ha
sido la actuación e interés de cada uno. Así, observamos como Ottón Solís ha
manejado una agenda más personal, Morales Zapata se ha querido convertir en
vocero del Ejecutivo -con pésimo e inadecuados resultados-, y últimamente como
Marlene Madrigal, desconocida para muchos hasta el 1º de mayo, se ha separado
de la posición de fracción por votar por la candidatura del partido en la
Asamblea. ¿Cómo explicar este comportamiento? ¿Qué está pasando en la fracción
parlamentaria, y como se relaciona esto con el accionar del PAC?
Antes es necesario mencionar que
los diputados son, en su esencia política, una mezcla de compromisos, tanto
internos (con delegados, con la jerarquía y variados apoyos dentro del partido
político) como externos (dirigentes locales, grupos organizados de la
provincia, influencias regionales, etc.). El éxito del diputado será conservar
esa influencia en su red interna y externa, distribuyendo sus incentivos
selectivos y colectivos de manera que se reconozca su trabajo individual como
diputado del partido. En otras palabras, el diputado debe demostrar el valor de
su presencia presente y futura, como conexión ideal para su región/provincia y
la Asamblea. Sin embargo, ese equilibrio es delicado, y pueden existir momentos
y situaciones que comprometen negativamente o insatisfactoriamente alguno de
los extremos. Así, cierta toma de decisiones puede ser benéfica en la red
interna del partido, pero fuera de ella puede perjudicar su área de influencia
regional (o viceversa). En ese sentido, cuando acontecen este tipo de
contradicciones, el diputado debe estudiar el ambiente, el contexto, y pensar en su posición de vulnerabilidad,
pero también en las oportunidades que representa su cargo. El diputado sabe que
el partido (factor endógeno) es la plataforma política, ideológica y
organizativa que se convierte en el mecanismo ideal para llegar al cargo de
diputado -y seguir manteniéndose en la lucha por permanecer vigente según las
reglas-. Pero también sabe que su área
regional/provincial de influencia (factor exógeno) es pretendida por otros
miembros del propio partido (probablemente pertenecientes a otras facciones o
tendencias), y eso hace que deba asegurar ambos factores. Si el diputado
concentra todos sus esfuerzos en asegurar con incentivos selectivos su red
local, el partido puede cuestionar su posición en el futuro y ser substituido en
su posición de poder; al contrario, si concentra todos sus esfuerzos en posicionarse
dentro del partido, su red local puede ser “colonizada” por otro miembro del
partido y quedaría debilitada su posición local. En situaciones de complejidad
ambiental, es más difícil para el partido político controlar los factores
endógenos y exógenos. En ese sentido, la lucha de facciones y tendencias en el
centro político de la toma de decisiones se focaliza en el debate sobre el control
de las parcelas de poder que debe tener la fracción parlamentaria. Así, la
lucha entre facciones y tendencias sufre el proceso paralelo de confrontar a
los dirigentes internos contra el grupo parlamentario.
En un partido con institucionalización
débil (o en proceso de fortalecimiento), esta siempre será asociada a una
preminencia de los parlamentarios o un equilibrio inestable entre dirigentes
internos y la fracción parlamentaria. En ciertos casos, esa tendencia es mitigada
por la existencia de una estructura fuerte intermedia. Ahora bien, es necesario
conocer si la estructura intermedia es débil o fuerte: si es fuerte, los
líderes medios son capaces de contrabalancear el poder de la fracción
parlamentaria. Si al contrario la estructura intermedia es débil, los
parlamentarios no tienen contrapesos institucionales y, por lo tanto, se
convierte en dominante. Por lo tanto, si el PAC no quiere llegar a un escenario
extremamente complejo, es fundamental la estabilidad del Ejecutivo para mantener
un balance que le ofrezca un margen de maniobra dividido pero estable a la
coalición dominante. En la conformación de la coalición dominante, es importante
identificar si existe dominación o subordinación entre los diferentes sectores
de la organización; la estabilidad organizativa es una tarea exclusiva de la
coalición dominante, y ésta dependerá de las características de los equilibrios
de poder internos y de las relaciones de la organización con sus ambientes
externos.
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