lunes, 4 de mayo de 2015

¿Qué pasa en la fracción del PAC en la Asamblea Legislativa?




En los últimos meses hemos visto como la fracción parlamentaria -de apenas 13 diputados- del PAC ha mostrado grandes señales de intransigencia y “desobediencia” de una línea de conducta congruente a los deseos del Ejecutivo. Sin ahondar mucho, se pueden identificar las distintas facciones representadas en la fracción parlamentaria, y como ha sido la actuación e interés de cada uno. Así, observamos como Ottón Solís ha manejado una agenda más personal, Morales Zapata se ha querido convertir en vocero del Ejecutivo -con pésimo e inadecuados resultados-, y últimamente como Marlene Madrigal, desconocida para muchos hasta el 1º de mayo, se ha separado de la posición de fracción por votar por la candidatura del partido en la Asamblea. ¿Cómo explicar este comportamiento? ¿Qué está pasando en la fracción parlamentaria, y como se relaciona esto con el accionar del PAC?

Antes es necesario mencionar que los diputados son, en su esencia política, una mezcla de compromisos, tanto internos (con delegados, con la jerarquía y variados apoyos dentro del partido político) como externos (dirigentes locales, grupos organizados de la provincia, influencias regionales, etc.). El éxito del diputado será conservar esa influencia en su red interna y externa, distribuyendo sus incentivos selectivos y colectivos de manera que se reconozca su trabajo individual como diputado del partido. En otras palabras, el diputado debe demostrar el valor de su presencia presente y futura, como conexión ideal para su región/provincia y la Asamblea. Sin embargo, ese equilibrio es delicado, y pueden existir momentos y situaciones que comprometen negativamente o insatisfactoriamente alguno de los extremos. Así, cierta toma de decisiones puede ser benéfica en la red interna del partido, pero fuera de ella puede perjudicar su área de influencia regional (o viceversa). En ese sentido, cuando acontecen este tipo de contradicciones, el diputado debe estudiar el ambiente, el contexto,  y pensar en su posición de vulnerabilidad, pero también en las oportunidades que representa su cargo. El diputado sabe que el partido (factor endógeno) es la plataforma política, ideológica y organizativa que se convierte en el mecanismo ideal para llegar al cargo de diputado -y seguir manteniéndose en la lucha por permanecer vigente según las reglas-.  Pero también sabe que su área regional/provincial de influencia (factor exógeno) es pretendida por otros miembros del propio partido (probablemente pertenecientes a otras facciones o tendencias), y eso hace que deba asegurar ambos factores. Si el diputado concentra todos sus esfuerzos en asegurar con incentivos selectivos su red local, el partido puede cuestionar su posición en el futuro y ser substituido en su posición de poder; al contrario, si concentra todos sus esfuerzos en posicionarse dentro del partido, su red local puede ser “colonizada” por otro miembro del partido y quedaría debilitada su posición local. En situaciones de complejidad ambiental, es más difícil para el partido político controlar los factores endógenos y exógenos. En ese sentido, la lucha de facciones y tendencias en el centro político de la toma de decisiones se focaliza en el debate sobre el control de las parcelas de poder que debe tener la fracción parlamentaria. Así, la lucha entre facciones y tendencias sufre el proceso paralelo de confrontar a los dirigentes internos contra el grupo parlamentario. 

En un partido con institucionalización débil (o en proceso de fortalecimiento), esta siempre será asociada a una preminencia de los parlamentarios o un equilibrio inestable entre dirigentes internos y la fracción parlamentaria. En ciertos casos, esa tendencia es mitigada por la existencia de una estructura fuerte intermedia. Ahora bien, es necesario conocer si la estructura intermedia es débil o fuerte: si es fuerte, los líderes medios son capaces de contrabalancear el poder de la fracción parlamentaria. Si al contrario la estructura intermedia es débil, los parlamentarios no tienen contrapesos institucionales y, por lo tanto, se convierte en dominante. Por lo tanto, si el PAC no quiere llegar a un escenario extremamente complejo, es fundamental la estabilidad del Ejecutivo para mantener un balance que le ofrezca un margen de maniobra dividido pero estable a la coalición dominante. En la conformación de la coalición dominante, es importante identificar si existe dominación o subordinación entre los diferentes sectores de la organización; la estabilidad organizativa es una tarea exclusiva de la coalición dominante, y ésta dependerá de las características de los equilibrios de poder internos y de las relaciones de la organización con sus ambientes externos.

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