viernes, 10 de agosto de 2012

El espíritu combativo y las generaciones perdidas

Por Iván Alfaro Herrera, Músico y Sociológo, Universidad de Costa Rica



Veamos...es cierto, el statu quo de esta clase política, de esta cultura del "vivazo" nos tiene ahogados, ¿Estamos realmente dispuestos, esta generación, a cambiar algo? ¿No tenemos que hacer y por ende ceder las comodidades que nos da este sistema? ¿O es que estamos hablando de qué tipo de cambios? ¿No queremos realmente cambios radicales? Mi posición cómoda, sentado, escribiendo y despotricando en contra de todo, resulta conveniente, resulta honesta pero culturalmente enmarcada dentro de lo correcto, llueve sobre mojado y escupe verbos con una lápida inherente.  Me parece que:

1. Vivimos en una época de decisiones, o hacemos algo o buscamos vivir una vida digna dentro de los marcos de lo socialmente permitido ya que igual todo va desaparecer.  

Nuestro espíritu combativo está condicionado por la misma cultura que critica, nos conformamos con pasitos cortos y maquillar la realidad, vestimos al mono de seda con entusiasmo juvenil, con maratones a favor de la vida, del planeta, de los derechos humanos, nos rasgamos las vestiduras por todo lo que vemos, levantamos la voz, pero tenemos que corresponder al principio de realidad con urgencia tácita e incuestionable, la cuentas, la familia, la clase social, el círculo social. Al final parece que andamos comprando la salvación de nuestras conciencias, ya no creemos de forma tan radical en el castigo de Dios, igual lo usamos para convenientemente dejar las cosas al son de terceros. Una vez comprada esta salvación nos reconfortamos con las gollerías del id y nos revolcamos en la misma inmundicia. En este punto resulta más honesta la aterradora misantropía, al menos sin posibilidades reales de cambio, cedemos un poco para dar algo sin esperar el advenimiento del control de este caos, agarramos y echamos en nuestro saco porque igual todo está perdido. Lo cierto es que nadie confía en la revoluciones, a la gente le estorba pensar en esto, es lo que es y punto, se despierta, huele a cambio, pero no pasa nada…no pasa nada. ¿Y nos importa? ¿Realmente?

2. Hacemos las dos, el principio de realidad versus el sacrificio por algo, esto es ser políticamente correcto en el fondo, es como no soltar la rama de la estabilidad y dar caridad con la otra mano.

Al menos los villanos del pasado se la creían, ahora tenemos un séquito de gerentes/políticos que tienen doble cara, porque son  más inteligentes y más hipócritas, es más fácil crear ilusiones y hacer creer en un ideal que tomar por la fuerza. Lo cierto es que la riqueza se concentra, las personas trabajan 16 horas y no se quejan, vivimos en un panóptico foucoultiano, la mente controlada, la punidad del cuerpo es algo secundario, los necios, los que molestan, ese puñado de revoltosos son los que reciben el peso del órgano opresor del sistema. Para no adolecer el peso de la sociedad hacemos por los demás pero bien ubicados, centrados, maduros, hay que jugar en las reglas del sistema, el es benevolente y cede para hacer de nuestra culpa algo, así nos encontramos dando caridad, simplemente reproduciendo todo, matando al potencial muerto a pocos, aferrados una pseudo-cura que ya sabemos no va llegar. El centro es cómodo.

3. Es más digno ser cínico y decir que no quiero ceder en nada.

El centro es cómodo…lo es y por mucho, nos permite entrar y salir del infierno, de la realidad, podemos salir a la calle a gritar consignas incendiarias y luego volver al trabajo o podemos ser más sencillos y sentirnos satisfechos con ser parte del programa de responsabilidad social de tu empresa. Ser honesto y decir esto no me importa y no tiene salida tiene el mismo costo social de ser radical y estar dispuesto a llevar la contraria siempre. Los extremos son malos se dice, el asunto es que marco de referencia estamos tomando para dibujar esos límites, ser políticamente correcto es el extremo más malo si lo vemos desde el punto de vista de la hipocresía y la inacción como puntos de partida. Sonría que vive en el país más feliz del mundo, todo es chiva, suave un toque y pura vida. Sienta la libertad de hacer algo por esta tierra, recuerde ir a la iglesia y apoyar a su equipo preferido y cuando toque votar, por favor sea serio y vote por una persona “decente”

4. Igual el que no cede justifica todo a partir de una cosmovisión muy conveniente.

Dejemos claro que al que le vale el resto de la humanidad tampoco es honesto, por lo general, hay miles de formas de inventar escusas, deidades, realidades, caos para no darse cuenta o para creer que esto es lo que es y ya no se puede más, que el ser humano es malévolo, no es divino, es imperfecto, lo normal es que la codicia y nuestros egos triunfen sobre todo intento solidario de emancipación humana, la libertad es solo la de la propiedad privada, la libertad es la del que triunfa por sí solo, la cooperación es solo un mito mal calculado. Justificar el sí y el no, mientras todo sigue igual, sí hacemos ¿para qué hacemos? Si no vamos a hacer necesito miles de escusas para poder defenderme y sonar inteligente. El asunto es calzar en un discurso posmoderno en donde no hay líneas de guerra, no hay argumentos falaces, todo se vale, a todo mundo hay que escuchar, tomar posición es ser cerrado de mente, la profundidad es innecesaria. Tolerancia…tolerancia como la bandera de la hipocresía.

5. El que cede (muy pocos y algunos solo un poco) actúa a partir del sistema con la excusa de que solo así se puede derrotar una estructura y en realidad solo reproduce un "establishment”

Sería redúndate recalcar como los que están en contra del estado actual de las cosas llegan al poder, al llegar ejemplifican o la doble cara que daban o se dan cuenta de que llegaron a satisfacer sus egos, su megalomanía y le dan espacio a su retórica, se dicen dialecticos cuando son parte del mismo problema o llegaron siendo parte del problema perse. Hemos vivido en crisis desde que nacimos, hemos visto generaciones de cambio nacer y morir en el momento que toman el poder, en el momento en que “crecen” y “maduran” hemos visto  la culpa que acarrean estos espíritus “combativos” y la creación de lindas iniciativas populares a favor de los pobres, de los animales, del ambiente y de los niños. Peor es nada claro, hacemos lo que se puede…se dice, y sonreímos.

¿De que democracia hablamos cuando los políticos de turno son fichas de las corporaciones? ¿Cuando el clientelismo es algo normal? ¿Cuando el poder económico está sobre toda institución? ¿Cuando lo que existe es una mafia que tranza abiertamente sus influencias?   

Resulta evidente que los medios ortodoxos se volvieron obsoletos para el cambio social, la democracia es una abierta falacia, es solo una palabra cargada de prestigio.

Nuestra generación asumirá el cambio revolucionario en el momento en que tomemos con seriedad los hechos, las cortinas de humo y las demandas del la calle, si seguimos tomando en serio nuestras opciones electorales estamos siendo parte del problema y vemos al muerto languidecer con dolor por unas horas más. Sin cambios estructurales, queda el exterminio.

Lo otro que podemos hacer es desinteresarnos y dejarnos de hipocresías. Podemos tener una vida digna cuando el resto de Roma arde. Nada más esperemos que pronto Marte este habilitado, escapar es muy propio de nuestro egoísmo viral y es un camino más fácil.

No lo tomen a mal, lean entre líneas…sonrían, pero no lo hagan estúpidamente por favor.  

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