El PAC irrumpió en la política costarricense
en un contexto de desconfianza y desanimo con los partidos políticos
tradicionales. Sobre banderas de ética e intolerancia a la corrupción, lograron
en poco tiempo posicionarse como la segunda fuerza partidaria en Costa Rica. En
la Asamblea Legislativa tuvieron diputados electos que desafiaron la disciplina
partidaria y salieron del PAC, sin que esto realmente tuviese un impacto fuerte
en la férrea estructura vertical que lideraba el líder fundador Ottón Solís. Y al
menos así fue durante 12 años aproximadamente, siendo que la estructura de
poder se mantenía intacta, esto pese a lo endémico de los conflictos
intrapartidarios. Lo cierto es que en estos años el PAC consolidó un lugar en
la política partidaria, sufriendo los problemas que cualquier otro partido
recién formado puede sufrir.
Sin embargo, después de 3
procesos electorales, el descontrol de las zonas de incertidumbre, la
distribución inadecuada de incentivos selectivos y colectivos, así como el
debilitamiento de un centro fuerte de poder, provocó que las tendencias y
facciones a lo interno del partido desafiaran a la coalición dominante, siendo
que ésta cedió ante la posibilidad de colocarse al frente de la candidatura
presidencial para el 2014. Con nombres y apellidos: la coalición dominante de
Ottón se debilitó ante el crecimiento de tendencias a lo interno que retaron el
poder del líder. En ese sentido, las facciones y tendencias se “unieron”
pretendiendo abrir un espacio para disputar el liderazgo del partido (que se
encuentra en puestos clave como la dirigencia/Comité Ejecutivo y por supuesto,
la candidatura presidencial), y al abrir el espacio, se disputaron el poder
entre ellos, sabiendo que no era posible apartar totalmente al ottonismo, pero sí procurando quebrar el
monopolio de poder que este grupo tradicionalmente ostentaba.
Sin embargo, ese “quiebre”
generaría un dilema: cualquier coalición dominante debe tener claro que debe
buscar su estabilidad política, sin descuidar la sobrevivencia del partido; es
decir, el grupo en el poder debe fortalecer su posición, pero a su vez cuidar
que su extensión de poder no acabe con el partido. En ese sentido, después de
ver la elección de diputados sugerida por Luis Guillermo Solís, no cabe duda
que vio claramente amenazada la sobrevivencia del partido, en caso de buscar
una mudanza organizativa dentro del partido. Es decir, después de usar el
mecanismo de convención semi-abierta para elegir el candidato presidencial -con
una baja participación-, el ajustado triunfo de Luis Guillermo, con una lucha
de facciones fuerte a lo interno, y con un liderazgo débil y amenazado, no
generó garantías de éxito al PAC. Así, antes de entrar a un ambiente de
hostilidad interna, Luis Guillermo prefirió cooptar a varios de los líderes de
las facciones, ofreciendo importantes parcelas de poder, entre ellas las más
destacada es el ceder en el control de la fracción legislativa al catapultar a
Ottón Solís y a Epsy Campbell -y este ofrecimiento no es poco, significa ceder
el elemento de control político más importante para un partido de oposición-.
Así, ante un eminente ambiente
hostil, el candidato del PAC sacrificó la estabilidad política por la
sobrevivencia del partido. ¿Que tiene el PAC entonces? Una frágil coalición
dominante dividida, estable (por el momento), en la cual los arreglos y
negociaciones pueden ser precarios, así como los compromisos entre las
facciones.
Este es el panorama a nivel
interno; y a lo externo, el marketing en
la cara electoral… esos van a ser siempre
besos y abrazos.
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