En
el periodo 2010-2014 cambió la conformación de la coalición dominante del
Partido Acción Ciudadana (PAC), evidenciando anomalías en su estabilidad
política y presentando expresiones de indisciplina resultado de la ausencia de
un liderazgo fuerte.
Antes
de este periodo, el margen de maniobra del líder del partido fue amplio, y por
lo tanto se reflejó en el mantenimiento estable del orden organizativo del
partido. Así, las decisiones de acción política se concentraban en el liderazgo
del partido, y el poder se ejercía libremente y según los juegos de poder
horizontal (negociación del control de parcelas o recursos de poder). No
obstante, la dispersión de los liderazgos tradicionales en el PAC (Ottón se fue
a dar clases a EEUU, y Epsy Campbell y Román Macaya se mantienen distantes)
propiciaron que las parcelas de poder quedaran desprotegidas, y el control de
los recursos verticales se disgregó; desestabilizando a la coalición dominante.
Los recursos de poder están relacionados con el control de las áreas de
incertidumbre; para controlar estas áreas, los líderes necesitan distribuir
recursos en sus estructuras verticales. Estos recursos están relacionados con
el tipo de incentivos selectivos o colectivos que se distribuyan: los
selectivos son estatus y materiales; los colectivos son ideológicos y de
identificación. Es claro que la distribución de recursos es escasa, y por lo
tanto no todos recibirán exactamente los mismos incentivos; esto hace que la
lucha interna por alcanzar esos recursos escasos genera conflictos internos,
endémicos sin duda de los partidos políticos en general. Cuanto peor sea esa
distribución, más fuertes se vuelven las facciones (grupos internos fuertes).
Justamente, la ausencia de un centro fuerte genera la desconcentración de la
distribución de recursos y fortalece en muchos casos a los individuos frente a
la organización.
¿Qué significa esto para el PAC?
No es necesario hacer repaso de las
múltiples ocasiones en que se ha “expresado” la lucha de facciones en el PAC (el
caso de la diputada Marlene Madrigal en la conformación del Directorio
Legislativo del periodo 2015-2016, la dinámica de confrontación en la propia
fracción parlamentaria, los casos de desestabilización de figuras cercanas al
presidente en el Ejecutivo, entre otros). Cualquier coalición dominante debe
tener claro que debe buscar su estabilidad política, sin descuidar la
sobrevivencia del partido; es decir, el grupo en el poder debe fortalecer su
posición, pero a su vez cuidar que su extensión de poder no acabe con el
partido. En ese sentido, la elección de diputados sugerida por Luis Guillermo
Solís señala la intención de equilibrar fuerzas entre las facciones, intentando
no amenazar la sobrevivencia del partido, en caso de una inminente mudanza
organizativa dentro del partido. Es decir, después de usar el mecanismo de
convención semi-abierta para elegir el candidato presidencial -con una baja
participación-, el ajustado triunfo de Luis Guillermo, con una lucha de
facciones fuerte a lo interno, y con un liderazgo débil y amenazado, no generó
garantías de éxito al PAC. Así, antes de entrar a un ambiente de hostilidad
interna, Luis Guillermo prefirió cooptar a varios de los líderes de las
facciones, ofreciendo importantes parcelas de poder, entre ellas las más
destacada es el ceder en el control de la fracción legislativa al catapultar a
Ottón Solís y a Epsy Campbell -y este ofrecimiento no es poco, significa ceder
el elemento de control político más importante para un partido de oposición-.
Ahora bien, al ganar las elecciones el PAC, un panorama diferente se
estableció; un partido con institucionalización débil (o en proceso de
fortalecimiento), está siempre asociado a una preminencia de los parlamentarios
o un equilibrio inestable entre dirigentes internos y la fracción
parlamentaria. En ciertos casos, esa tendencia es mitigada por la existencia de
una estructura fuerte intermedia. Ahora bien, es necesario conocer si la
estructura intermedia es débil o fuerte: si es fuerte, los líderes medios son capaces
de contrabalancear el poder de la fracción parlamentaria. Si al contrario la
estructura intermedia es débil, los parlamentarios no tienen contrapesos
institucionales y, por lo tanto, se convierte en dominante. Por lo tanto, si el
PAC no quiere llegar a un escenario extremamente complejo, es fundamental la
estabilidad del Ejecutivo para mantener un balance que le ofrezca un margen de
maniobra dividido pero estable a la coalición dominante. En la conformación de
la coalición dominante, es importante identificar si existe dominación o
subordinación entre los diferentes sectores de la organización; la estabilidad
organizativa es una tarea exclusiva de la coalición dominante, y ésta dependerá
de las características de los equilibrios de poder internos y de las relaciones
de la organización con sus ambientes externos.
Así, ante un eminente ambiente
hostil, parece sacrificarse la estabilidad política, no obstante, parece muy
caro el precio que pagan las facciones –y el partido como tal- ante sus propias
estrategias ¿Que tiene el PAC entonces? Una frágil coalición dominante
dividida, estable (por el momento), en la cual los arreglos y negociaciones
pueden ser precarios, así como los compromisos entre las facciones.
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