La hipocresía del discurso
democrático en Costa Rica llega a niveles críticos. Hace décadas lo anunciaba Yolanda
Oreamuno cuando acusaba a Costa Rica de perpetuar una demoperfectocracia en que
retrataba a una nación que se creía exclusiva, en una configuración mundial que
al menos reproducía los estamentos mínimos de las democracias procedimentales.
No obstante el mundo siguió y
aquellas conquistas “demoperfectas”
que consiguió Costa Rica de la mano de procesos internacionales apoyados por el
movimiento de capital, se equilibraron con una sociedad costarricense cíclica y
poco confrontativa, creando condiciones de estabilidad. Latinoamérica en cambio
demoró un poco más, pero con las particularidades de cada uno, logró posicionar
prácticamente los procedimientos democráticos que tiene Costa Rica.
Pero a Costa Rica le sigue
pesando esa idea de representante de la democracia latinoamericana. Claro, de
cierto tipo de democracia, en ciertas condiciones, y para ciertos temas. Ejemplo
de ello fue la acción realizada por los expresidentes de Costa Rica. Con enorme
incoherencia y haciendo gala de la pesadez y altanería los expresidentes de
Costa Rica firmaron una petición dirigida a la Asamblea Legislativa y la Casa
Presidencial para pedir la aplicación de la Carta Democrática de las Américas (OEA)
y recuperar la paz social en Venezuela. Quiero señalar únicamente algunas dudas
razonables sobre tales aspectos:
1. 1. Cuando
se ha visto que este grupo de expresidentes se reúnan siquiera para analizar la
situación interna del país. Solo por exponer un ejemplo, hace más de 3
administraciones se está hablando de la reforma fiscal, y curiosamente siendo
que estos individuos estuvieron guiando dichas acciones, el día de hoy no se
refieren al tema. No participan, no aportan y no se reúnen a dar un análisis y posición
sobre el tema. Hasta la OCDE cuestionó cómo es posible que se pregunten aún si
es recomendable tener un registro de accionistas, y los expresidentes callados…
Donde está la apuesta vigorosa por orientar a la Asamblea o apoyar al Ejecutivo
en una cruzada que impacta a todos…
2. 2. Por
qué la conveniencia de este grupo de expresidentes para señalar la situación
venezolana, y en Brasil está sucediendo la formalización de un golpe de Estado
y ninguno se pronunció. ¿Cuál es la coherencia de este grupo que sanciona
moralmente solo algunas acciones y otras las deja pasar? ¿Dónde está la carta de
repudio por la situación brasileña que inclusive la propia Organización de
Estados Americanos -OEA- denunció por no encontrar ninguna falta en el accionar
de la presidenta Dilma Rousseff? ¿Por qué no han juzgado este montaje que
inclusive ya trascendió con grabaciones de los implicados?
3. 3. ¿Cuál
es la legitimidad y músculo de este grupo de expresidentes a nivel latinoamericano?
¿Cómo se arrojan una responsabilidad de este tipo, cuando en nuestro país son
absolutamente ausentes en aportes reales a la solución de problemas? Si los
expresidentes no están al tanto, sería bueno que supieran que las últimas
encuestas les dan porcentajes bajísimos de apoyo popular, precisamente por no
saber leer las demandas reales de esta sociedad. Asimismo sería bueno tener un
poco de humildad y entender que la posición privilegiada que le otorgó en algún
momento la mayoría de este país, era para llevar a cabo una labor que
trascendiera en la vida pública y colectiva de esta nación. No obstante,
seguimos -literalmente- pagando errores de su gestión impropia y ajena a las
necesidades de gran parte de la población.